Odio cuando llegas así, con ese aire de grandeza creyendo que puedes tener el mundo a tus pies, odio que me hables como si el que estés conmigo fuera una enorme privilegio, odio que intentes tratarme como a una muñeca de aparador que tiene que cumplir cada uno de tus caprichos, odio que despiertes mi ego y el encuentro se vuelva una lucha de poderes, odio que me hagas sucumbir ante ti con esas ínfulas que solo despiertan en mi un incontenible deseo de morderte… pero me satisface saber que me deseas, que aparezcas sin que te busque, me excita el solo hecho de pensar las ganas que te envuelven al recordarme, mi calma regresa cuando veo el rostro del placer en ti mientras explotamos en un orgasmo, cuando me devoras sin contemplación y tus manos se desviven en frenéticas caricias memorizando cada una de mis reacciones, cuando te tengo entre mis manos mientras te retuerces, muerdes tu labio inferior y puedo hacer contigo lo que me plazca… me pregunto entonces ¿Quién está en manos de quién?...
























