abril 12, 2009

Playa, luna y amantes




¿Ya te vas? Preguntó a señas, ahorita vuelvo le respondí en la misma forma.

No tardé mucho en regresar, entré directo a la pista a bailar cruzó todo el lugar y se colocó justo al otro extremo donde estaba yo, al poco rato salió de ahí, salí hacia otro lugar y ahí estaba de nuevo con tu sonrisa coqueta y una seña dijo ven al tiempo que caminó para encontrarme en la puerta, entre halagos y coqueteos se presentó y me acompañó a entrar, pero al poco tiempo dijo adiós. No le dí importancia un chico coqueto más.

Al día siguiente reuniones de trabajo en las que había que cumplir, en cuanto pude salí de ahí, una vuelta por el malecón y de nuevo arreglarme para salir, al llegar a la entrada lo primero que vi 1.90 de estatura, bronceado perfecto, piel suave, ojos coquetos, sonrisa pícara, se acercó a saludarme y después de intercambiar algunas palabras cada quién se reunió con su grupo, los minutos pasaban entre búsqueda y miradas de reojo, me separé unos instantes del grupo al poner el pie en el primer escalón se paró delante de mi y dijo “mañana me voy y me interesa tener tu número” en realidad no era precisamente mi número lo que deseaba tener, nos sentamos en la barra y después de una disculpa y una explicación por haber desaparecido la noche anterior empezamos a platicar, me invitó a cambiarnos de lugar mas cerca de la playa y mas cerca de mi, su pierna quedaba ligeramente sobre la mía, me tomó de la mano mientras empezábamos a conocernos, una vez ganada un poco de confianza me llevaba de nuevo a la barra pero esta vez me sentó sobre ella y se colocó entre mis piernas sin acercarse demasiado, el tiempo transcurría en una amena conversación, cada segundo que pasaba el coqueteo era mas descarado, sus hábiles manos tocaron puntos estratégicos de mi cuerpo sin pasar por ninguna zona prohibida el deseo comenzaba a despertar, tocó mis muslos a través de mi ropa, mis brazos con certeros movimientos, su dedo rondo por mi cuello como dibujando el punto donde sus labios estaban por besar, bien dicen que para saber si un hombre es buen amante basta con ver la forma en la que te seduce, en ese instante todo lo que nos rodeaba desapareció, su beso me estremeció y mi ropa se humedeció, me invitó a dar un paseo por la playa, la noche era perfecta y todo parecía indicar que podía ponerse mejor, acepté, me tomó de la cintura y rodee su cuello sentir su piel suave y su delicioso aroma me puso peor, me bajó lentamente rozando su cuerpo, mi piel estaba erizada y mis pezones erectos, por fin llegué al piso uff! El calor se hacía mas intenso, me tomó de la mano y salimos de ahí, empezamos a caminar abrazados por la playa, encontramos un lugar tranquilo que quedaba oculto a la vista de la gente que ocasionalmente pasaba por ahí, se sentó sobre la arena y me sentó de lado entre sus piernas, puso su brazo en mi espalda, metió sus dedos entre mi cabello por detrás de mi oreja y me besó, nuestras lenguas se entrelazaron, se saborearon y exclamó “Que rico besas!” mientras me susurraba al oído lo sexy que me veía al bailar la noche anterior y enumeraba cada parte que le gustaba de mi me recorría con sus manos, hábiles como ningunas que hubiera conocido antes, los besos no se hicieron esperar ni las caricias aumentar, me pego mas a él mientras yo metía mis manos por debajo de su playera, mis piernas y las suyas se rozaban, bajó lentamente por mi cuello y bajó los tirantes de mi vestido dejando mis pechos al aire no tardo mucho en cubrirlos con sus besos mientras su mano se colaba por debajo de mi vestido y hacia mi tanga hacia un lado, con la humedad que había ya no fue difícil que su dedo resbalara provocando que mi respiración se agitara, bajé mis manos y desabotoné su pantalón metí mi mano y lo acaricié, al sentirme aspiró de mi boca de tal forma que pareciera querer beberse mi aliento para resistir, me puso de pie frente a él y hundió su cabeza entre mis muslos, la humedad de su deliciosa lengua se mezclaba con la de mi sexo haciéndome estremecer, me jaló y en un rápido movimiento me tomó de la cintura y me puso sobre él, irrumpió de golpe e invadió mi intimidad, pegué su cabeza a mi pecho y mis jadeos en su oído no tardaron en escapar, sus manos en mi cadera marcaban el ritmo que había que dar, buscó mi cara y mientras me besaba, en movimientos circulares movía mi cadera, un mete y saca desenfrenado ponía el corazón a tope y su lengua en mis pezones cortaba la respiración, de nuevo subía a mis labios dejándome sin resuello, lo mordía un poco para recobrar el aliento, de pronto sentí como su calor invadió mi cuerpo y mis piernas temblaban mientras el mío bañaba su sexo, me quedé un momento sobre él sin movimiento pero sin poder controlarlo los espasmos se seguían sintiendo, por unos segundos hasta el ruido de las olas desapareció.


Amores de Barra

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