Esta historia llena de altibajos se ha convertido en la constante de mi
vida, basta una palabra suya para pintarme de nuevo una sonrisa, él se ha
vuelto mi tempestad y mi calma.
Después de un sorpresivo mensaje ahí estaba yo, 20 minutos antes de su hora de llegada como inequívoca señal de
que la ansiedad de mí se apoderaba, retoqué el maquillaje, me puse perfume,
nunca había sentido tantos nervios al ir a su encuentro, puntualmente le vi
cruzar la puerta tan relajado y atractivo como siempre (no puedo evitar sonreír
al escribir recordando) subió su equipaje al carro, se sentó a mi lado y me
besó, había sido una larga espera y finalmente las circunstancias se volvieron
nuestro
cómplice, no podía dejar de observarlo, mientras al desabotonar su
pantalón por el elástico de su ropa interior su virilidad se asomaba, mis manos
dibujaban la forma de sus brazos, de su espalda, su lengua me recordaba lo que
se aproximaba, él conoce cada punto débil de mi cuerpo, sus manos me desnudan
con ayuda de su lasciva mirada, su barba Dioooossss!!! Me desarma, mis labios
lo acorralan y lo tomo prisionero, sus jadeos me guían, sus manos desesperadas
me empujan a devorarlo, se desliza profundamente entre mis piernas, espasmos,
jadeos, nada importa, no existe el tiempo, ahorcajadas sobre su cadera me muevo
mientras el se acomoda para ver el espectáculo, me observa con atención, con
dificultad menciono alguna palabra, mi cuerpo ya no me responde y me desplomo a
su lado, siento sus besos recorrer mi espalda mientras se hunde de nueva cuenta
en mi cuerpo, mi lengua ansiosa lo saborea, lo recorro de arriba abajo sin
querer terminar, siento su orgasmo en mi lengua y no lo suelto, quiero reponer
el tiempo.
Vuelve la calma, mientras me recuesto a su lado, acaricia mi espalda y yo
su pecho, recobramos el aliento, hablamos de todo y de nada, podría quedarme a
vivir en ese abrazo mientras presiona sus labios contra mi frente en un suave
beso.
Mis piernas aun tiemblan entre el placer y los nervios, me cuesta sostenerme, él no sabe que cuando lo dejo siempre siento miedo, que mi calma regresa hasta que me saluda de nuevo y sé que todas sus cosas se encuentran en orden, cuando se comporta jugueton y coqueto en lugar de frío y distante y al final del día se despide con un beso, ese beso que dibuja sonrisas y me sostiene hasta el próximo encuentro.
Te leo y me voy con una sonrisa, hasta el próximo encuentro.
ResponderEliminarDulces besos y dulce noche.
me alegro mucho de leer estas líneas maestras ^^
ResponderEliminarMe identifico en todo lo que leo.
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