Confesiones de una princesa

A esta princesa le gusta que la sientes sobre tus piernas, que le susurres al oído “te extrañé”, que le acaricies el rostro delicadamente, que le hagas cariños como a una niña chipilona, que la tomes de la mano y enredes tus dedos entre su cabello mientras le cuentas algo mirándola a los ojos, que la beses suave, que la recorras lento, que la cargues y abrazarse a tu cuerpo, que le erices la piel… que después en un arrebato le arranques la ropa con los dientes, que la calles con un beso, que la coloques entre la “espada” y la pared, que la lleves a la cama mientras le das una nalgada por “hacerte esto”, que la domines con la mirada, que no puedas contener las ganas y te desesperes por sentir su cuerpo, que tu barba la raspe, que no le des tregua cuando estás sobre ella, a esta princesa la gusta que la hagas gritar, retorcerse y morderse los labios, que la hagas reír, temblar y perder el aliento, encontrar las huellas de tus besos en un lugar secreto dos días después que se ve frente al espejo, que caigas devastado encima de ella… que no te despegues ni un minuto de su cuerpo, que la abraces tiernamente, que recorras su espalda con la yema de tus dedos dulcemente y le des un beso en la frente, que la observes con atención mientras se viste como si quisieras desvestirla de nueva cuenta, que la pongas delante de ti y la abraces para salir de la habitación como si fueras bailando con ella, a esta princesa le gusta cuando la complaces y haces magia para estar con ella.