En espera de que al fin regresara de uno de sus viajes, ahí estaba sentada en la terminal esperando por él, los minutos transcurrían lentos viendo parejas que se despedían, familias que se reencontraban, gente que entraba y salía pero ninguno era él, después de un par de horas de retraso recibí su mensaje, estaba a punto de llegar, podía sentir la ansiedad en mi vientre, los 10 minutos más largos que recuerdo y lo vi… ahí estaba él, tan atractivo como de costumbre, me gusta observarlo cuando no me mira, ver cada uno de sus movimientos con detenimiento, me lo aprendo y entonces cuando lo requiero busco entre mis recuerdos una imagen suya que me haga sonreír…
Marcaban las 2:47 a.m. en el reloj, un pastel de cumpleaños con velas encendidas listas para que pidiera un deseo -aunque en realidad esa noche podía pedir los que quisiera- y de mis manos mil caricias para regalarle, sentí su lengua enredándose en la mía, sus manos se apresuraron a recorrer mi cuerpo ansioso de él,
los jadeos no se hicieron esperar en este festejo privado, donde el deseo, la lujuria y la pasión, fueron los principales invitados, los cuerpos bailaron al ritmo de los gemidos, fuegos artificiales con el estallido de los sentidos delirantes de placer embriagados de savia y saliva… para esta noche no han quedado tentaciones por cumplir…
